No siento el frío. No siento nada. Oigo voces. Veo.
Alguien corta. Me están cortando. Profundo. No lo siento.
Pero no me asombro, es natural. Saca cosas como de un baúl.
- El corazón está destrozado.
Qué novedad. No hace falta ser patólogo. ¡Patólogo! Ahora entiendo. Por eso antes:
- Es un hombre blanco, como de treinta y cinco años. Peso:
ochenta y seis. Un metro setenta y ... ocho.
Así es como llegué a esta mesa de mármol. No me asusto.
Sigue con el corazón. No entiende nada.¿Y ahora qué hace?
Qué trabajo espantoso. Yo nunca podría hacerlo - bueno, de hecho ya no voy a poder...¿Con quién habla?
- Mirá, los pies tienen el dedo gordo más corto...qué risa.
¿Para qué me revisa los pies?
-Cicatriz en el abdomen. Operación de hernia, probablemente a los quince años.
Bueno, esta vez acertó. Fue a los doce - no, a los once que me gané esa línea rosada sobre la pelvis. Sigue.
- Excedido de peso. Quince kilos de más.
¿Quince? Diez. Parte inseparable de mi persona.
- Las manos llenas de cortes. ¿Qué hacía este hombre para lastimarse así? Fijáte en la ficha.
Me debe haber visto el anular izquierdo, mi famoso dedo-teta.
Siguen sacando cosas.
- A ver...era ingeniero.
- El estómago tiene de todo. Chicle, caramelos, ajo, nadando en ginebra o algo que apesta a alcohol.
-Seguro. Cómo no va a tener porquerías en la panza si tiene más amalgamas que dientes. ¿Ves?
Me abren la boca. No, ya estaba abierta. ¿Qué es esa luz?
- Dejame revisar el ojo derecho...
No veo nada, no encandilen...yo no puedo cerrar los ojos. La linterna es un estallido, los colores me sofocan. Pero veo para adentro. Sorprendente. Una galería oscura. Más tranquilo. Espejos, cuadros,no se entiende.¿Qué es esto? no tengas miedo, soy yo mismo. ¿Quién sostiene los espejos?
Papá, papá y mamá...no se vayan-a ver ese dibujo. No, es una foto. Un chico rubio, de pelo lacio y tibio. Se van. Yo no me muevo, la galería pasa y mis gritos no retumban. Ahí vengo yo con mi impermeable verde, adolescente con olor a risa y cigarrillo negro, encerrado en el espejo que ella acaricia con sus rulos Ella. Y nuestros hijos. Miran la tele. Ahí un hombre de barba - yo - con capa y espada,
superman zorro batman enciclopedia fabricante de juguetes contador de cuentos. No sabía que mi sonrisa pudiera ser tan amplia. Vengan chicos...no llegan viene Gilda.
Gilda y su espejo verde cruel envidia celos forma de mujer tetas donde me miro y no puedo reflejarme, nada refleja no se ve. Spieglein Spieglein an der Wand...se oye a mi viejo que se va con el nene de casco de oro contando blancanieves en alemán hace siglos y no se escucha más porque se acerca una foto. No, es otro espejo. Julia, que sólo sabe reflejar mi sexo en su vidrio, borra la nariz prominente las cejas brutales la barba rubia roja con hilos grises y sólo deja violencia sexo volumen poder no poder. Platero es pequeño, peludo, suave. Yo no . Yo no me muevo me doy vuelta y otra mujer, con pañuelo blanco, grita en silencio y agita una foto varias fotos que no son mías que son de ellos que se quedaron hace diecimuchos años con la sangre en el piso y balas en los charcos y mis lágrimas sobre las fotos me escapo no puedo mirar. Un hombre sentado me invita a jugar. Está tranquilo, es un extraño en la galería. Tiene casco de explorador, un tablero sobre la mesa y dos sillas, Llega hacia mí como en una cinta transportadora, el piso se mueve. Me siento.
- Buen día doctor.
- Buen día, Diego, cómo está usted.
Jugamos un rato, y cuando el rompecabezas comienza a tener sentido muestra mi figura con la espalda más derecha y la sonrisa más plena
- La seguimos el ...
Lástima.
El pasillo sigue para siempre. Voces. Gente. Dejan las fotos y los espejos en una pila, y jugando con los pedazos aparece yo, sentado, escribiendo un autorretrato.
Acostado sobre una mesa de mármol, alguien busca en mi pecho como en un baúl. Entero. No siento el frío. No siento nada.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Autorretrato
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1 comentario:
Muy buen autorretrato, ¿muy fiel al original?
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